Dentro del Castillo de San Felipe, los cañones originales recuerdan cómo se defendía Cartagena.

Tour por el Castillo de San Felipe y el Cerro de la Popa

Cancelación gratuita hasta 1 día antes

Desde

39,09 €
Elige la fecha, hora y asistentes

Detalles

  • Nivel de la actividad: 1/5 Nivel bajo
  • Esta actividad es totalmente accesible para personas con movilidad reducida
  • Actividad no apta para carros o sillas de bebé
  • Mascotas no permitidas
  • Punto de encuentro:
    Si te alojas en el centro histórico: muelle del Pegasos.

Qué incluye

  • Excursión con guía local.
  • Recogida en tu alojamiento.
  • Traslados de ida y vuelta en autobús climatizado desde Cartagena de Indias.
  • Entrada a los monumentos Convento del la Popa y Fuerte de San Felipe.

Qué no incluye

  • Comidas o bebidas.

Cancelaciones

  • Cancelación gratuita. Puedes cancelar sin coste hasta 1 día antes del inicio de la actividad. Si cancelas con menos tiempo, llegas tarde o no te presentas, no se obtiene ningún reembolso.

¿Qué harás?

Lo primero que llama la atención es el calor. Pegado a las piedras del castillo, sube desde el suelo como si el tiempo no pasara por ahí. En lo alto, el viento trae ecos de pasos y órdenes antiguas. Pasillos estrechos. Túneles que se oscurecen con cada paso. Una sensación extraña: estás frente a un lugar que fue hecho para la guerra, y eso se nota.

El recorrido empieza en el Castillo de San Felipe, una estructura que no se impone solo por su tamaño, sino por lo que encierra.

El guía habla sin prisa. Señala marcas en los muros, nombra a quienes pasaron por ahí. Nombres, fechas, batallas. También silencios. El roce de la ropa contra la piedra. La humedad que espera al fondo de los túneles. Las salidas ocultas, las posiciones estratégicas. Nada está puesto al azar.
No estás viendo ruinas. Estás caminando por donde pasaron soldados, órdenes, miedo. Se siente. En los pies. En la piel.

Luego, el cambio. La ciudad se va quedando abajo. La subida al Cerro de la Popa abre el aire y el ritmo. No solo es el punto más alto de Cartagena: es un lugar de pausa y de vista amplia.
Desde lo alto, Cartagena se despliega completa: calles, barrios, campanarios, mar. Todo a la vista. Todo ahí. El sonido también cambia. Se vuelve claro, lejano, limpio.
Y la vista impone. Te para. Te deja quieto.

En la cima, el convento. Huele a madera vieja, a flores secas y cera derretida. Dentro, calma. Fuera, sol que lo cubre todo. Un vendedor pela mangos. Una mujer se apoya en la baranda. A su lado, un niño mira los barcos y pregunta si alguno va a zarpar.

Y tú, con la mano haciendo sombra en la frente, vas siguiendo el contorno de la costa. No lo pienses mucho. Es una de esas visitas que hay que hacer.
Apúntalo. Súmate al recorrido.