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El Duomo de Milán es la catedral gótica más grande de Italia y una de las mayores del mundo. Su construcción comenzó en el siglo XIV y se prolongó durante varios siglos, lo que explica la mezcla de estilos y detalles arquitectónicos que la hacen única. La fachada, con sus pináculos y estatuas, es uno de los ejemplos más impresionantes del gótico tardío europeo. Cada rincón está cargado de simbolismo y de detalles minuciosos que convierten la visita en un descubrimiento constante. Más allá de lo religioso, el Duomo se ha convertido en un símbolo de la ciudad y en un punto de encuentro para milaneses y viajeros, dominando la plaza que lleva su nombre en pleno centro de Milán.

El interior sorprende por su monumentalidad. Sus cinco naves, sostenidas por enormes columnas, crean un espacio solemne que impresiona a primera vista. La luz que se filtra a través de las vidrieras añade una atmósfera especial y permite apreciar los colores y escenas bíblicas representadas en ellas. Entre los elementos más destacados se encuentra el altar mayor, rodeado de esculturas de gran valor artístico, y la estatua de San Bartolomé, representado con la piel a los hombros, una de las obras más singulares del templo. También es posible contemplar reliquias históricas y detalles decorativos que reflejan la evolución artística de los siglos en los que se fue construyendo la catedral.

Sí, es posible acceder a la terraza, y es una de las experiencias más recomendadas en Milán. Desde allí se aprecian de cerca los pináculos, gárgolas y estatuas que coronan la catedral, detalles que desde la plaza pasan desapercibidos. La subida puede realizarse a pie, por una escalera de varios cientos de peldaños, o en ascensor, lo que facilita el acceso a un mayor número de visitantes. Una vez arriba, se puede recorrer el perímetro de la cubierta y descubrir la ciudad desde un ángulo único. En los días claros, la vista se extiende más allá de los tejados de Milán, alcanzando incluso a divisar los Alpes en el horizonte.

El acceso a la nave principal del Duomo está adaptado para personas con movilidad reducida, con entradas específicas y rampas que facilitan la visita. Esto permite recorrer el interior y disfrutar de la monumentalidad del espacio sin barreras significativas. Para la terraza, la opción más recomendable es el ascensor, que evita el esfuerzo de los numerosos peldaños de la escalera. Aun así, ciertas partes del recorrido en la cubierta pueden presentar limitaciones debido a la propia estructura histórica del edificio. En conjunto, el Duomo de Milán ofrece buenas condiciones de accesibilidad, aunque no todos los espacios están plenamente adaptados por las características del monumento.