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Todo lo que puedes hacer en Estatua de la Libertad
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Inaugurada en 1886, fue un regalo de Francia a Estados Unidos para conmemorar la independencia y se convirtió en un emblema de libertad y democracia. Su imagen ha trascendido fronteras y es hoy uno de los iconos más reconocibles del mundo. Además de su valor simbólico, se ha consolidado como un referente cultural y artístico, representando el espíritu de acogida hacia millones de personas que llegaron a Nueva York por mar.
La visita incluye la explanada exterior, el pedestal de la estatua y un museo que explica su historia y proceso de construcción. Desde estos espacios se comprende la magnitud técnica y artística del monumento. Los alrededores de la isla ofrecen también áreas ajardinadas y paseos que permiten contemplar la estatua desde distintas perspectivas.
Desde el pedestal se obtienen panorámicas del puerto de Nueva York, el skyline de Manhattan y, en días despejados, hasta la zona de Brooklyn y Nueva Jersey. Estas vistas refuerzan la conexión entre la estatua y la ciudad. El contraste entre la monumentalidad del monumento y el dinamismo urbano de Nueva York convierte el recorrido en una experiencia visual muy buscada por los visitantes.
Uno de los detalles más conocidos es que su estructura interna fue diseñada por Gustave Eiffel, el mismo ingeniero de la Torre Eiffel. También resulta llamativo el hecho de que la antorcha original fue sustituida en 1986 por una réplica, conservándose la original en el museo de la isla. Estos elementos subrayan la dimensión técnica e histórica de la estatua, más allá de su simbolismo político.
La UNESCO la incluyó en 1984 en la lista de Patrimonio Mundial como símbolo universal de libertad y como obra maestra de la ingeniería y la escultura del siglo XIX. Este reconocimiento refuerza su valor cultural y asegura su preservación para las generaciones futuras. De este modo, la Estatua de la Libertad no solo pertenece a Nueva York o a Estados Unidos, sino al patrimonio colectivo de la humanidad.