Detalles
Qué incluye
- Free tour con guía local.
Cancelación gratuita hasta el último minuto
Santiago siempre ofrece otra cara cuando se baja el ritmo. En cuanto uno se aleja del ruido de la Catedral, empieza a notar lugares donde parece que el tiempo va por libre. No son puntos turísticos al uso, pero han estado ahí desde hace siglos, mirando sin pedir protagonismo.
El recorrido empieza en la plaza de Platerías, donde las fachadas no sólo muestran esculturas: guardan gestos. Desde allí, un desvío corto lleva hasta la Quintana, donde lo que fue un antiguo cementerio municipal se integra sin ruido en el trazado urbano. Si uno se fija, aún se leen algunos detalles que cuentan cómo se vivía ,y se despedía, en otras épocas. A veces, alguien se detiene en silencio y deja una flor, sin decir nada. No es habitual. Pero ocurre.
Siguiendo entre calles estrechas, aparece el cementerio de peregrinos. No lo anuncian los letreros ni los escaparates. Está, simplemente. Como si recordara que algunos caminos terminan antes, pero también cuentan. Algunos dicen que ahí empieza lo mejor del paseo. Yo no lo tengo tan claro. A esa altura, el recorrido ya invita a bajar la voz.
El camposanto de la Orden Tercera sorprende por su sobriedad. No hay dramatismo, sólo calma. Y algunas inscripciones que, por alguna razón, siguen resonando aunque apenas se lean. El aire allí parece distinto, más denso, como si las palabras aún flotaran entre los muros.
El paseo termina en Santo Domingo de Bonaval. Desde lo alto, entre vegetación y piedra, se ve Santiago entera. O casi entera. Hay bancos donde sentarse y quedarse un rato más. A veces alguien lee. A veces no pasa nada. Nunca he sabido si ese banco da la mejor vista o la más honesta.
Este free tour no pretende ofrecer respuestas, ni grandes revelaciones. Sólo propone mirar hacia donde no siempre se mira. Y hacerlo sin prisa, como si el tiempo también tuviera derecho a quedarse quieto un momento.