Este rincón gallego, bañado por los ríos Miño y Sil, es conocido por sus impresionantes paisajes, donde los cañones fluviales crean vistas sobrecogedoras y los viñedos se despliegan en las laderas, desafiando la pendiente y el tiempo.
Además, visitar la Ribeira Sacra supone una profunda espiritualidad que se refleja en la cantidad de monasterios y templos que salpican el horizonte, algunos de ellos con más de mil años de historia.