Pirámide exterior del Museo del Louvre, París

Paseos en barco: Museo del Louvre

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El Museo del Louvre se encuentra en el corazón de París, a orillas del río Sena, y es uno de los museos más visitados y reconocidos del mundo. Su sede ocupa el antiguo Palacio Real del Louvre, un edificio que combina siglos de historia arquitectónica con la modernidad de su célebre pirámide de cristal. Fundado a finales del siglo XVIII, el museo pasó de ser una colección real a convertirse en una institución pública que alberga miles de obras de todas las épocas y culturas. Hoy es un símbolo universal del arte y la cultura, con piezas que abarcan desde la antigüedad hasta el siglo XIX. Más que un museo, el Louvre es un referente cultural y un emblema de la ciudad de París, visitado cada año por millones de personas procedentes de todo el mundo.

Sí, está permitido hacer fotografías en la mayoría de las salas del museo, siempre que se respete la normativa básica: no se permite el uso de flash, trípodes ni equipos de iluminación adicionales. El objetivo es proteger las obras y garantizar una buena experiencia para todos los visitantes. En determinadas exposiciones temporales o áreas específicas puede estar prohibido fotografiar, y estas restricciones están claramente señalizadas. Por ello, conviene atender siempre a la cartelería y a las indicaciones del personal. En cualquier caso, el Louvre es un lugar donde las imágenes se combinan con la experiencia personal, y aunque muchos visitantes toman fotografías, lo más recomendable es dedicar tiempo a observar con calma cada obra.

El museo está dividido en varias áreas que abarcan prácticamente todas las civilizaciones. Entre las más conocidas se encuentran las colecciones de Antigüedades Egipcias, Griegas y Romanas, que incluyen piezas emblemáticas como la Venus de Milo. Otra sección fundamental es la de Pintura Europea, con obras maestras de artistas como Leonardo da Vinci, Delacroix, Goya o Vermeer. También destacan las colecciones de Arte Islámico y las de Escultura, donde se conservan piezas como El Escriba Sentado o la Victoria de Samotracia. La amplitud de sus colecciones convierte al Louvre en un museo imposible de abarcar en una sola visita, lo que explica por qué muchos visitantes se concentran en un área concreta o regresan en distintas ocasiones.

Entre las piezas más célebres se encuentra la Mona Lisa de Leonardo da Vinci, que atrae a miles de visitantes cada día. También destacan la Victoria de Samotracia, ubicada en la escalera Daru, y la Venus de Milo, una de las esculturas más admiradas de la Antigüedad. Además, el Juramento de los Horacios de Jacques-Louis David y La Libertad guiando al pueblo de Eugène Delacroix son algunas de las obras más emblemáticas de la pintura europea que se encuentran en el museo. Estas piezas forman parte de un recorrido imprescindible, aunque el verdadero valor del Louvre está en la diversidad y riqueza de sus colecciones, que invitan a descubrir mucho más allá de las obras más famosas.