Versalles es mucho más que una residencia real: representa el poder y la grandeza de la monarquía francesa en los siglos XVII y XVIII. Fue concebido por Luis XIV como escenario político y cultural, donde se centralizaba la vida cortesana y se proyectaba la imagen de una Francia dominante en Europa. Su escala monumental y la riqueza decorativa marcaron un modelo de corte que influyó en numerosos palacios del continente. Hoy en día, su valor simbólico no se limita a la historia monárquica. El Palacio se asocia también a momentos clave de la historia moderna, como la firma del Tratado de Versalles en 1919. Esto refuerza su condición de lugar emblemático para la memoria colectiva francesa y europea.
