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Sierra Nevada destaca por ser el macizo montañoso más alto de la península ibérica, con picos emblemáticos como el Mulhacén, el Veleta y la Alcazaba, que superan los 3.000 metros. Esta altitud permite la presencia de ecosistemas de alta montaña únicos en Europa, además de ofrecer unas panorámicas espectaculares sobre la vega de Granada y, en días claros, incluso hasta el mar Mediterráneo. Su singularidad también radica en la combinación de naturaleza, cultura y proximidad urbana: a pocos kilómetros se encuentra Granada, con la Alhambra como patrimonio mundial. Esta fusión convierte a Sierra Nevada en un espacio donde conviven lo natural y lo histórico en un entorno privilegiado.

El Parque Nacional de Sierra Nevada alberga una gran biodiversidad, con más de un centenar de especies vegetales endémicas, como la estrella de las nieves o la violeta de Sierra Nevada. Sus pisos de vegetación van desde encinares y robledales en cotas bajas hasta matorrales almohadillados en las cumbres, adaptados a condiciones extremas. En cuanto a fauna, destacan la cabra montés, símbolo de la sierra, así como especies de aves como el acentor alpino o el águila real. Este mosaico natural ha convertido a la zona en un laboratorio de biodiversidad y en uno de los espacios protegidos más valiosos de Europa

Entre las rutas más emblemáticas se encuentra la ascensión al Mulhacén, el pico más alto de la península, que ofrece vistas incomparables sobre toda Andalucía. También destaca el ascenso al Veleta, más accesible, que permite disfrutar de lagunas glaciares como la de Aguas Verdes o la de la Caldera. Los visitantes pueden también recorrer senderos más suaves, como la Vereda de la Estrella, que atraviesa bosques y valles fluviales. En cuanto a miradores, el del Dornajo y el de Trevélez son dos de los más recomendados, ya que permiten contemplar tanto los picos nevados como los pueblos blancos de la Alpujarra.

Sierra Nevada ha sido escenario de historias y leyendas que van desde la época árabe hasta la actualidad. Durante la dominación nazarí, sus montañas fueron refugio de pastores y comerciantes, y aún se conservan rutas tradicionales vinculadas a la trashumancia. En el siglo XIX, viajeros románticos y científicos comenzaron a documentar su riqueza natural, consolidándola como destino de exploración. Otra curiosidad es que la sierra ha sido reconocida como Reserva de la Biosfera por la UNESCO, lo que refuerza su valor universal. Este reconocimiento refleja tanto su importancia ecológica como el esfuerzo por mantener la armonía entre los pueblos de la zona y el entorno natural.