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Todo lo que puedes hacer en Torre de Belém
Información útil
Construida a comienzos del siglo XVI, la torre fue parte del sistema defensivo de la ciudad y un símbolo de la era de los Descubrimientos. Desde su emplazamiento en la desembocadura del Tajo, vigilaba la entrada marítima de Lisboa y servía de punto de partida para las expediciones portuguesas. Con el tiempo, se convirtió en un icono de la ciudad y en una de las joyas del estilo manuelino, caracterizado por su riqueza decorativa ligada al mar y la navegación.
La Torre de Belém está decorada con motivos propios del estilo manuelino, como cuerdas talladas en piedra, escudos de armas y esferas armilares. También conserva matacanes y garitas defensivas que recuerdan su función militar. La combinación de solidez defensiva y ornamentación convierte al monumento en un ejemplo excepcional de la arquitectura de su tiempo.
Al subir a su terraza superior, los visitantes disfrutan de vistas privilegiadas sobre el río Tajo, el barrio de Belém y, en días claros, gran parte del litoral de Lisboa. Esta panorámica explica por qué la torre fue clave para controlar el acceso marítimo. El contraste entre el entorno fluvial y la ciudad moderna realza aún más el valor histórico del lugar.
En su origen, la torre se levantaba en un islote dentro del río, aunque hoy está conectada a la orilla debido a los cambios en el cauce. También se utilizó como prisión y almacén de pólvora, antes de convertirse en símbolo nacional. Estos episodios muestran cómo su función ha evolucionado a lo largo de los siglos, manteniendo siempre un papel central en la historia de Lisboa.
La UNESCO declaró la Torre de Belém Patrimonio Mundial en 1983, junto con el Monasterio de los Jerónimos, por su valor universal excepcional como obra maestra del arte manuelino y como testimonio de la expansión marítima portuguesa. Este reconocimiento asegura su conservación y la sitúa entre los monumentos más relevantes del patrimonio mundial.