El Teatro Romano y la Alcazaba representan dos etapas fundamentales de la historia de Málaga. El primero, construido en el siglo I a. C., refleja la huella del Imperio Romano en la ciudad, mientras que la Alcazaba, levantada siglos más tarde en época musulmana, simboliza el esplendor andalusí. La convivencia de ambos monumentos en un mismo espacio permite comprender cómo Málaga fue un punto clave en diferentes culturas mediterráneas, convirtiéndose en un lugar único para observar la superposición de épocas.
