Se trata de la mayor explotación minera de oro a cielo abierto del Imperio Romano, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997. Su singularidad radica en cómo la ingeniería romana transformó el paisaje mediante la técnica de la “ruina montium”, que utilizaba el agua para derrumbar montañas enteras. El resultado es un entorno de arenas rojizas y formas caprichosas que, siglos después, se ha convertido en uno de los paisajes más espectaculares de la península.
