Coronarás el pico más alto de España, con sus 3.718 metros, y será una forma de ver Tenerife desde su centro. La ruta comenzará en el norte de la isla y atravesará paisajes que cambiarán casi sin transición: bosques húmedos, pinares y, más arriba, un terreno cada vez más seco, más abrupto.
Las lavas antiguas, endurecidas por siglos de viento y sol, dibujarán formas que parecerán de otro planeta.
La llegada a la base del teleférico marcará el inicio del tramo final. En solo unos minutos, la cabina te elevará hasta los 3.550 metros. Desde allí, un sendero de roca volcánica conducirá hacia el cráter. A esa altitud, el cuerpo avanzará más lento y los sentidos se agudizarán. El aire será frío, delgado, y el suelo crujirá bajo las botas. Para acceder al punto más alto necesitarás el permiso oficial del Parque Nacional, que estará gestionado con antelación.
Antes del ascenso, merecerá la pena detenerse en el Centro de Visitantes del Teleférico. Allí, la exposición Ciencia y leyenda ofrecerá una mirada distinta sobre este volcán: datos geológicos, mitos, y el vínculo profundo entre esta montaña y quienes la han habitado o estudiado. Conocerás historias antiguas que mezclan ciencia, cultura y espiritualidad.
Aunque la ruta no requerirá técnica, sí exigirá buena condición física. Será fundamental llevar ropa de abrigo, calzado adecuado, gafas de sol y agua suficiente. En invierno o con hielo, también necesitarás crampones, piolet y ropa técnica.
Alcanzar la cima del Teide es más que una meta física: es ver la isla desde otro lugar, entender su origen y sentir el peso real del paisaje bajo tus pies. Lo que verás desde arriba no se parecerá a nada que hayas visto antes.
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