Desde las laderas del norte de Tenerife hasta lo más alto del Parque Nacional, el paisaje cambia a cada curva. Los pinares se despejan, la vegetación se hace baja y áspera, y poco a poco aparece el perfil volcánico que domina la isla.
Para llegar al Observatorio del Teide, atravesarás el corazón del Parque: una travesía por el interior de la caldera de Las Cañadas, una enorme formación volcánica que surgió hace más de 180.000 años. Aquel volcán colapsó, su ladera norte se precipitó hacia el océano, y lo que quedó en pie es el gran anfiteatro natural que hoy forma este paisaje casi lunar.
En este entorno, a más de 2.000 metros de altitud, se encuentra uno de los lugares más privilegiados de Europa para observar el cielo: el Observatorio del Teide.
La visita comienza con una introducción al trabajo científico del Instituto de Astrofísica de Canarias. Descubrirás cómo se estudia el Sol y qué secretos guardan los instrumentos que miran las estrellas cada noche. No se trata solo de mirar, sino de comprender.
Durante el recorrido, verás telescopios solares, aprenderás los conceptos básicos de la astrofísica moderna y, si el cielo lo permite, podrás observar directamente el Sol.
Ya de noche, nos desplazamos a un mirador libre de contaminación lumínica. El cielo seco y estable del Teide permite ver con nitidez los cráteres lunares, cúmulos estelares o los anillos de Saturno. Hay noches en las que el firmamento parece más cercano que nunca.
Con abrigo, prismáticos y la mirada fija en lo alto, lo que antes era oscuro empieza a hablar.
Porque hay cielos que no se olvidan. Y este empieza contigo.