El Faro de Finisterre se levanta en el cabo del mismo nombre, en la Costa da Morte gallega. Durante siglos fue considerado el extremo del mundo conocido, un lugar simbólico donde la tierra terminaba y comenzaba el océano. Para muchos peregrinos que recorren el Camino de Santiago, el faro representa el verdadero final del viaje. Tras llegar a la catedral compostelana, continúan hasta este punto para contemplar la inmensidad del Atlántico como cierre espiritual de la experiencia. Más allá de lo religioso o legendario, el faro es también un icono paisajístico. Sus acantilados, el mar abierto y la fuerza del entorno lo convierten en uno de los lugares más visitados de Galicia.
