Su fama se debe a una tradición que combina arquitectura, jardinería y vida cotidiana. Desde hace siglos, las casas cordobesas se organizan en torno a patios interiores que, con el tiempo, se llenaron de flores, pozos y fuentes. Esta costumbre fue reconocida por la UNESCO en 2012 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Más allá de la estética, los patios representan un modo de vida mediterráneo, en el que la frescura, la convivencia y el cuidado de la naturaleza forman parte del día a día.
