El Palacio da Pena es uno de los ejemplos más singulares de romanticismo arquitectónico en Europa. Su mezcla de estilos gótico, manuelino, islámico y renacentista lo convierte en una especie de “palacio de cuento” que sorprende por su colorido y originalidad. La ubicación, en lo alto de la sierra de Sintra, añade un componente escénico que refuerza su carácter único. Más allá de la estética, el Palacio refleja la visión creativa del rey Fernando II, que lo concibió como residencia y como manifestación artística. Este enfoque lo convirtió en un símbolo de la cultura portuguesa del siglo XIX y explica por qué hoy es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
