Saldrás desde el puerto rumbo a las aguas claras de Formentera, a bordo de un catamarán cómodo y espacioso. A lo largo del día, el barco fondeará frente a Ses Illetes y Cala Saona, dos enclaves conocidos por su belleza y su entorno protegido. Las playas se contemplarán desde el mar, sin necesidad de acercarse a la orilla, respetando la distancia que cuida el paisaje y permite observarlo sin alterar su equilibrio.
Permanecerás en el barco o en el agua, según lo que te pida el cuerpo. Podrás nadar alrededor del casco, flotar sin rumbo o probar deportes como el paddle board, el snorkel o un sea scooter, para explorar los alrededores con algo más de impulso y curiosidad. También podrás lanzarte desde el tobogán situado en la popa, un gesto sencillo que devuelve algo de infancia al día.
Antes de fondear, se ofrecerá un desayuno buffet continental, ligero y fresco, para empezar el trayecto sin prisas. A lo largo de la jornada, tendrás acceso a una barra libre de cerveza, sangría, refrescos, zumos y agua, sin horarios ni límites que interrumpan el ritmo del mar.
En la planta inferior encontrarás pufs, mesas y asientos amplios, repartidos con calma, sin prisas ni empujones. La disposición del espacio y el número limitado de pasajeros harán que todo fluya con naturalidad, en un ambiente relajado y atento. Nadie marca el ritmo salvo el vaivén del mar.
En la planta superior, al aire libre, podrás reservar un jacuzzi privado, con champagne, shisha o botellas premium. Un detalle que suma, sin imponerse. A mediodía, se servirá una paella , con opción de elegir entre marisco, mixta o vegetariana, para que el sabor acompañe también a tu manera.
Frente a Cala Saona, la luz cambiará. El mar ganará profundidad, los colores se volverán más densos. Algunos seguirán nadando, otros se secarán al sol con una bebida en la mano, mirando la isla sin necesidad de pisarla.
Tal vez no llegues a pisar tierra, pero te llevarás el contorno de la isla grabado en la piel, como la sal que queda después del último baño.