El Real Alcázar de Sevilla es el palacio real en uso más antiguo de Europa y un testimonio vivo de la historia de la ciudad. Su origen se remonta a época islámica, aunque a lo largo de los siglos se fueron añadiendo ampliaciones cristianas y renacentistas. Esta convivencia de estilos lo convierte en un monumento único y en un símbolo de la mezcla cultural que caracteriza a Sevilla. Además de su relevancia arquitectónica, ha sido escenario de hechos históricos decisivos y sigue siendo residencia oficial de la Familia Real Española cuando visita la ciudad, lo que refuerza su carácter singular.
